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  Cadenas
 
Las Islas Cíes, apodadas por Ptolomeo como las Islas de los Dioses, por Plino como las Siccas e identificadas por muchos como las míticas Casitérides de Herodoto donde fenicios y cartagineses se proveían de estaño, se encuentran situadas en el corazón de las Rías Baixas, en la provincia de Pontevedra, Galicia, en el Noroeste de España.
Lugar que descubrí en uno de mis viajes tratando de salir de la rutina de mis vacaciones.
Ese lugar bello, paraíso del mundo, me lo hizo conocer una amiga, y fue la decisión más hermosa que tome.

Cuando comenzó el viaje jamás pensé que iba a cambiar mi vida ese lugar.
Llegamos al aeropuerto, nos esperaba una familia, amigos de ella de Vanesa.
Las presentaciones, besos maletas y a buscar el móvil para irnos.
Comenzamos el viaje, y ya llegando al pueblo ver esas casa, sus jardines la gente, niños jugando. El ambiente de alegría y paz.
Muchos colores el aroma del aire a mar, respire intenso al bajar, mi amiga me dice viste ya hasta tu cara cambio.
Y tenia razón, pero aun mas cambiaria.
Nos recibe un hombre, me pareció guapo, enseguida mi mirada se fue a el.
Nos presentaron el como si nada pero igual cortés.
Entramos casita humilde pero llena de luz.
Almorzamos, nos bañamos y nos preparamos para salir, a conocer el lugar.
Se ofreció Roberto en llevarnos, así se llama el guapo aclaro.
Salimos, mi amiga se dio cuenta ya encima algo pregunte y dijo es el hijo mayor un soltero gruñón que se la sabe todo.
Con esos antecedentes algo me calme, pero en fin mujer curiosa no se deja.
Llegamos al corazón del pueblo, el puerto lleno de vida.
Camine enseguida a la orilla de la escalinata y me detuve a mirar la grandeza de ese cristal azul, los veleros y barcos eran flores flotantes de movimiento constante, risa niños corriendo, y la blanca arena marco de marfil.
Mi amiga se acerco, dale, veni vamos al mercado con Roberto nos espera.
Ese paisaje me dice el, es lindo pero después de unos días seguro se aburrirá, así son los citadinos.
Lo mire mal de reojo, bueno donde debemos ir le dijo a Vanesa.
Me mira y se ríe, en voz baja dice, te lo dije gruñón.
El comenzó a comprar de la lista, mientras nosotras mirábamos los demás puestos de chulerías.
Me detengo en uno de mantillas, bellas trabajadas a mano.
Ya el había cargado toda la mercadería en el auto, se acerca a mi y me mira diciendo, lógico todos los citadinos compra lo mismo te falta ir al que dice recuerdo de Cies.
Lo miro furiosa, me casa me fastidia esa palabrita y su mirada de sobrador.
Me doy vuelta la miro a ella, la encuentro muerta de ría de mi.
Bueno para hacerla corta no fuimos a la casa, solo ellos charlaban y recordaban cosas, mientras yo miraba por el vidrio del auto, y el sol me bañaba.
Ya a la noche volvemos a salir pero con toda la familia baile en la plaza y fogatas en la playa.
Me puse lo mejor, Salí antes que Vanesa esa mujer por dios mas vuelta da.
 Entre risa y cantos salimos todos.
Llegamos y casi corriendo en medio del baile estábamos ya bailando saltando moviéndonos.
Después de un rato largo nos llaman y caminamos a la playa, hermosa noche la luna bañaba, las fogatas eran refugios de alegría, algunos veleros descansando otros con sus luces, formaban estrellas en la mar.
Nos sentamos, ya había pedio la cena y corrían los platos alrededor de la fogata.
Como de costumbre manche mi vestido, así que me fui a unos de los pequeños restaurantes de allí al baño así podía sacar o aplacar la manda.
Cuando iba caminando un chiquillo llorando encontré, seque sus lagrimas, lo abraze, ya llegaban sus padres, calmo enseguida su lagrimas con la mano de curativa de mama.
Me dieron las gracias, seguí camino, o mejor dicho intente.
Me detiene el gruñón, lindo detalle hiciste, eres humana al final.
Lo miro mal, ceño mi cara, y sigo caminando.
Me detiene, espera por favor disculpa se que soy algo tosco para hablar, pero enserio lindo detalle.
Por un momento me hizo sentir que el si era humano.
Me dice caminamos te parece quiero mostrarte algo.
Lo sigo llegamos hasta un acantilado donde la vista era excelente diseño de aventuras de piratas.
Me ayuda para llegar a una de las piedras mayores para sentarnos.
Comenzamos a charlar, y era inteligente, me contaba la historia del lugar y parte de su vida, nos reíamos y salía una charla tras otra.
Muchos momentos nuestras miradas se encontraban, y los dos nos poníamos nervioso.
Pero retomábamos la conversación, llego el alba, el frió se sentía y sus brazos me cubrieron, casi sin darme cuenta como si siempre estuvieron allí, igual su boca.
Me sonroje, apenas, llego el momento de partir de regreso.
Quedamos solos nos dimos cuenta, solo los trabajadores ya de piel.
Regresamos calladitos sin hacer ruido, cada uno a su cuarto, con una mirada cómplice.
Pero inútil fue llegar silenciosa a la cama, fui recibida por un almohadón de lleno a mi cara.
Le grite Vanesa, ya que despertaremos a todos, pero ella diciendo repetidas veces cuenta ya.
Bueno después de pasar revista, se ríe como loca, y me dice cuidado dicen que amor de Cies, son cadenas para toda la vida.
Recuesto mi cabeza y sonrió, dormida quede.
Al despertar ya era más que tarde, casi nadie en casa, ayudamos con la limpieza después de comer algo.
Llega el del trabajo, casi ni me habla cosa que me llamo la atención.
Me hablo como si nada, de nuevo furiosa con ese hombre, que paso acá pensé.
Me voy a mi cuarto a buscar ropa para bañarme, cuando descubro sobre mi cama una carta azul y una rosa blanca.
Me siento la abro enseguida.
DULCE CITADINA, HA SIDO INVITADA A UNA VELADA LA ESPERO A LAS DIEZ, LA ROSA BLANCA ES PARA QUE PERDONE MIS ACTOS SE QUE E MOLESTAS CUANDO TE INGNORO, PERO SABES ALGO ME GUSTA TU CEÑO FRUNCIDO Y COMO CAMINAS APURADITA PARA ALEJARTE DE MI.
PERDON LUGAR LAS ESCANILATAS DEL PUERTO.
Quede mas que loca de felicidad, pero pensé hombre le gusta verme enojada, si soy mas linda alegre.
Le conté a Vanesa y ella me ayudo a elegir la ropa todo me prepare desde temprano, mis manos temblaba como si fuera una colegiala.
Peinado todo me ayudo.
Bueno lista ya le presta el auto a Vanesa para que me lleve, salgo del auto ella deseándome todo lo mejor y Salí hacia el encuentro.
Llego hasta la escalinatas miro a mi alrededor nada veo, hay lo único para hacerme rabia que me deje plantada.
Un niño se acerca me entrega un papelito, donde me dice ir a la playa citadina, me veras enseguida.

Llego a la playa pero eso si descalza me saque los tacones los elevan en mi mano, cuando lo veo vestido de blanco, con una rosa rosada en sus manos.
Me acerco no podía evitar mi sonrisa, extiende su mano, termino en su boca.
Su brazo me sirve y me lleva hacia una mesa iluminada y preparada con unas antorchas que iluminaban el lugar románticamente.
Nuestras miradas juntas éramos reflejos del uno al otro, una mano acariciando la mía, mis dedos jugando en esa ternura.
La cena maravillosa, pero nada de eso era importante, aunque todo era como un sueño romántico que no quería despertar jamás.
Melodía nos acompañaba suave y sin preámbulos nos levantamos, caminamos juntos abrazados, por el manto de marfil, rumbo a donde seria nuestra morada.
Un cuarto que se abría ante mí, sus manos acercándome mi boca en la suya, dejándome ir a su encuentro.
Desprende mi vestido cayendo al suelo, después su camisa, tironee de sus pantalones sin dejar de besarlo.
No tiramos sobre la cama, se detiene mirándome allí extendía a pleno para el, me mira dulcemente, susurra en mi oído, mi dulce sueño.
Y besa mi cuello, mi cuerpo comienza a despertar, desprende las ultimas tímidas prendas, tapando mis cantaron con sus besos, hasta que la ultima, manantial que vertía calor.
Acariciando cada rincón de mí tocando cada punto que me levaba y descendía con frenesí, dibuja con sus dedos mi boca, y humedezco sus dedos con deseo.
Y recorre esos dedos desde mi boca, a mi cuello, de mi cuello, a mis senos, de allí a mi abdomen, y por ultimo a torrente.
Siente mis brazos rodeándome y mi espalda inclinadse, de mi boca un suspiro involuntario, mirada escondida.
Siento como toda su hombría se acerca a mí ya como, eleva mi pierna, la besa, se coloca en medio de ellas, desde la punta de los pies hasta mi pantorrilla, su boca beso.
Mi mirada perdía en el, mis manos en su pecho.
Acerca mi cuerpo a el de el, siente como me penetra, destallando mi cuerpo, húmedo y calor, intenso y deseo, su boca muerde.
Como si fuera una serpiente me retuerzo gozando esa carne dentro de mí, y si músculos golpeando en mí, dándome sus caricias a mi pezón duro y firmes sacando gemidos.
Cae sobre mi y me levanta subo por el, mi cabello lo recoge con una mano, mientras que con la otra busca una aureola acariciar, yo bajo a su ser, perdiéndolo en mi boca, saboreándolo, y el detiene sus manos, se deja ir, y como una sedienta, mi lengua juega en el, mis boca su refugio, succionando suave, firme, calor, lujuria.
Me detiene de nuevo dándome vuelta roza sus labios por mi espalda, entrando de nuevo en mi, mis manos aprietan lo que queda de sabanas, movimiento balanceo salvaje de pasiones desatadas lluvias de deleite, corriendo por mi, hasta que el infierno llega, dejándonos morir, el uno en el otro.
Un abrazo dulce, fuerte, cuerpos relajados, dormitados, sintiendo todavía cada rincón que fue dado, hasta que la calma llego.

Al despertar me doy vuelta no lo siento a el, encuentro una rosa roja en su almohada con un mensaje, Salí que te espero tengo hambre.
Me baño y uso su camisa, salgo a un jardín me esperaba con una desayuno creo que el mas bonito del mundo.
Me besa rico, apasionado, y una unta una pancito crocante con dulce me lo ofrece, mientras le sirvo un café.
Esto que dijo jamás lo perdimos su untadita de dulce y yo servirle el café, ritual, de todas las mañanas.
 
ES CIERTO AMOR EN CIES, AMOR DE CADENAS.
PERO QUE BELLAS CADENAS……….
 
 
 
 
 
 
   
 
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